Los KPIs (Indicadores Clave de Desempeño) y los OKRs (Objetivos y Resultados Clave) se miden de manera diferente. Aunque ambos son herramientas para medir el rendimiento y lograr objetivos, tienen enfoques distintos.

Primero comprendamos que los indicadores clave de desempeño se basan en métricas numéricas que representan el desempeño en áreas específicas de una empresa. Aquí se pueden incluir las ventas, los ingresos, costos, productividad, atención al cliente, etc. Se utiliza información cuantitativa para evaluar el rendimiento y comparar los resultados con metas preestablecidas.

Comparación con metas establecidas: Los KPIs se comparan con metas o benchmarks preestablecidos para evaluar el grado de cumplimiento. Por ejemplo, si el objetivo es aumentar las ventas en un 10%, se compara el rendimiento actual con esa meta para determinar si se está alcanzando.

Seguimiento periódico:  Regularmente para evaluar el progreso los KPIs requieren de la medición constante, esto implica establecer intervalos de tiempo para revisar, actualizar y en algunos casos adecuar los indicadores claves, de manera mensual, trimestral y anual.

Informes y tableros de control: Se suelen mostrar los KPIs en informes o tableros de control, donde muestran de manera clara periodo con periodo las métricas relevantes y su evolución en el tiempo establecido. Esto facilita la monitorización y la toma de decisiones acorde a los datos obtenidos.

En cuanto a los OKRs (Objetivos y resultados clave) su medición se centra más en el progreso hacia los objetivos establecidos y no tanto en métricas específicas. Alguna de sus características de medición son las siguientes:

Resultados clave cualitativos: Es enfocarse en un resultado que muestra el progreso de manera descriptiva y no numérica. Por ejemplo, un resultado clave cualitativo podría ser “mejorar la experiencia del cliente” o “fortalecer la cultura de innovación en el equipo”. Estos resultados clave proporcionan una visión más amplia y holística del progreso hacia los objetivos establecidos.

Seguimiento y monitoreo: Estos suelen ser evaluados cada trimestre o hasta de manera anual, aquí será clave identificar si los OKRs requieren un ajuste o adecuación necesaria para al final del periodo evaluar los objetivos alcanzados.

Flexibilidad y aprendizaje: A diferencia de los KPIs, que suelen tener metas fijas y no permiten cambios significativos durante el período de medición, los OKRs permiten cierta flexibilidad y adaptabilidad. Si durante la evaluación trimestral o anual se identifica que los OKRs no están llevando a los resultados deseados, se pueden realizar ajustes en los objetivos y resultados clave para mejorar el enfoque. Además, los OKRs fomentan el aprendizaje y la mejora continua 2, incluso si no se logran todos los resultados clave. Se valora el esfuerzo y el aprendizaje obtenido durante el proceso de trabajo hacia los objetivos.

Comunicación y transparencia: Estos se comparten de manera abierta a la organización, ya que fomenta la alineación y la colaboración en torno a los objetivos estratégicos de la empresa, veámoslo como una meta en conjunto que cada colaborador tiene un rol importante para que este se cumpla con éxito de manera eficiente y sin esfuerzo sobrecargado a otros colaboradores.

En resumen, la medición de los KPIs se basa en métricas cuantitativas y se compara con metas establecidas, mientras que la medición de los OKRs se centra en resultados clave cualitativos y se evalúa en ciclos trimestrales o anuales. Ambas formas de medición tienen sus propias características y se utilizan de manera complementaria para medir el rendimiento y el progreso hacia los objetivos.